El caballero de bronce

Título: El caballero de bronce.
También conocido como "El jinete de bronce" Relato de Petersburgo 1833
Autor: Aleksandr Serguéyevich Pushkin
Editorial: Hyperion

Días atrás me preguntan: ¿Qué andas leyendo?
  -El caballero de bronce.
  -¡Guau! La trilogía de Paulina S... -
Cerrando los ojos, con las manos extendidas le pido que se detenga.
  - No, hombre ¡Pushkin! ¡Pushkin! -No recuerdo haber gritado; ahora bien, si a elevar la voz se le puede atribuir hablar con claridad, entonces debo reconocer que fui muy claro.

¿Cómo he llegado a conocer este poema de San Petersburgo?
  Leer poesía es una de mis inexistentes costumbres. Y todo bien con Paullina Simons; pero lo conocí por Henri Troyat en su libro María Karpovna donde Alexis y Kuzma leen el poema sólo para realizar un estremecedor descubrimiento.  

   La ciudad. En una ciudad que sufre inundaciones constantemente ¿Quién puede resistirse a escribir un poema de las desdichas y peripecias que pueden devenir de las mismas? ¡Pushkin NO!
   Sobre inundaciones habrá corrido mucha tinta en San Petersburgo que al presente tiene registro de más de 300 de estos fenómenos, de unas decenas de centímetros hasta los 380 centímetros (sí 3,80 metros).
Pintura de Vasily Ivanovich Surikov

  La estatua. El 9 de agosto de 1782 se inaugura, en San Petersburgo, una escultura ecuestre en bronce de Pedro el Grande que desde la orilla del Neva domina la ciudad. Es conocida debido al poema de AP como El Jinete de Bronce (Медный всадник, lit.: "Caballero de Cobre") Es la foto obligada si visitas la ciudad.
   El pedestal es la "Piedra de Trueno" (la roca más grande movida por el hombre).  Desde allí el zar levanta la mano hacia adelante, montado en su brioso caballo.
    El  poema. Eugenio es un pobre habitante de la ciudad, tiene su amor, sus sueños; pero la ciudad también tiene los suyos, la ciudad misma es el sueño del zar:

   A la orilla de las desiertas olas / en grandiosos designios ocupado
   se hallaba ÉL, mirando hacia lo lejos. / Ante sus ojos se ensanchaba el río

   Y ÉL pensó: " desde aquí infundiré pavor al sueco / y echaré los cimientos de una urbe
para irritar a ese vecino altivo.

   Donde en el poema el innominado es Pedro el grande, no hay enfrentamiento de Eugenio con el Zar, sino más bien aquella relación amorosa típica del pueblo ruso hacia el monarca, ama la ciudad que el zar les lego.   

     Os diré lo ocurrido, amigos míos, / pero será bien triste mi relato.

  Poco a poco se nos relata la lluvia, el viento y el amor de Eugenio: la joven Parasha

     ¡Qué día terrible! / El Neva había luchado / la noche entera contra la tormenta
     ... en la Plaza Petrosvskaya, / se hallaba Eugenio, lívido e inmóvil...

   Ansía ir al encuentro de su amada que vive junto a su madre, más cuando puede por fin hacerlo no encuentra ni la casa en la que vivían.

   Stop. Se relata como todo sigue su curso luego de la inundación y esa incomprensión: ¿cómo es posible unirse a ese movimiento, a esa rutina, cuando uno experimenta que todo se ha detenido? ¿Cómo pretender que todo siga como si nada si nos falta aquel ser querido? Uno desea que todo se detenga, el dolor se rebela al movimiento del segundero pero, todo sigue su curso ¿Sumarnos, seguir la corriente? ¿cómo hacerlo? ¿cómo?

Pobre, desventurado Eugenio mío... / contra tantas horribles impresiones

... Lleno de ideas negras, callejea,  / callado, obsesionado por un sueño. 

Ya todo le es ajeno. Todo el día / vaga sin rumbo y duerme junto al muelle

   Una noche, se desata la tormenta. Eugenio revive el terror, vagabundea y termina frente a la escultura de Pedro de aquel que "fundó la capital sobre las olas"

  ¡Qué terrible parece en la tiniebla! / ¡Qué ideas en su frente! ¡Qué energía
se oculta en él! ¡Qué fuego en su caballo! / Orgulloso caballo, ¿adónde corres?

Rodeando el pedestal del monumento... / le susurra con rabia estremecida:
" ¡Espérate, arquitecto de milagros! / ¡Ya verás!..." y se escapa a la carrera
creyendo que el terrible zar, ardiendo / en ira, la cabeza había girado...

Echa a correr por la desierta plaza / pero escucha tras él, como rugido
del trueno desatado, el poderoso / galope que sacude el pavimento

   La locura del pobre Eugenio tiene frente a "El caballero de bronce" su crisis que Pushkin describe magistralmente, con igual maestría nos conduce junto a su querido (y a estas alturas también nuestro querido) loco que corre aterrado: ¡El zar le persigue a galope! 
   Eugenio hace las paces con el zar, arrepentido de lo que su dolor, a rienda suelta por su locura, le llevo a realizar. El poema termina revelando el destino final del protagonista. 

Notas:
   * En el siglo XIX comienza a difundirse la leyenda que afirma que mientras el Caballero de Bronce permanezca en el centro de San Petersburgo, ninguna fuerza enemiga será capaz de tomar la ciudad. En la 2º Guerra Mundial la ciudad padece 900 días de estar sitiada, la estatua se camufló bajo sacos de arena y una estructura de madera. El Caballero de Bronce y la ciudad sobrevivieron.

   * No dejes de pasar por el libro de Troyat que te mencionaba cuando te comentaba cómo llegué a este poema. Allí está el diálogo entre Alexis y Kuzma, y lo que descubren.

¿Cómo conociste este poema? ¿Troyat, este blog... o Paullina Simons? ¡A ver si me cuentas!

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