Vallejo-Nájera. Concierto para instrumentos desafinados.

Título: Concierto para instrumentos desafinados.
Autor: Juan Antonio Vallejo-Nájera
Editorial: Editorial Planeta. Colección Fabula. Barcelona 1980.

La trama de este libro está tejida con fibras del alma de personas a las que he querido mucho. Posiblemente al cerrar las páginas, estas historias sigan dando vueltas en tu mente,
como vienen haciéndolo en la mía desde hace tantos años.

   Destellos de luz. Este libro tiene una deuda implícita al de otro compatriota de Juan Antonio Vallejo-Nágera. Un año antes se publica Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena. Hay una expresión en Los renglones... que dice: "Cuando la paciente hubo salido, el médico anotó..."¡No es usual ver a los ángeles en el infierno!"
   Vallejo Najera presenta un libro de relatos en los que el psiquiatra presenta a algunos de sus pacientes, con afectuoso y respetuoso recuerdo, ya en el primero resuena la cita precedente de Los Renglones... se titula "Joyas en el basurero". Y cita estas mismas palabras de Torcuato, y presenta el relato del ángel que su profesión le permitió conocer, en el tercer relato llamado "El beso de Judas"
Blogger no me deja subir fotos desde mi Pc. Solución... poner mi fotocrazy favorita Dali Atomicus.
   Estatua viviente. En Renglones hay un desfile de personajes uno más llamativo que otro. Uno de ellos víctima de los delirios de los demás es el llamado "El Hombre de Cera", también conocido por "el Hombre Estatua". En playas, parques o calles de grandes ciudades puede encontrarse a artistas estáticos simulando ser estatuas, pintados de bronce, de blanco o personificando un personaje histórico o fantástico; hay enfermos que hacen lo mismo, no ya como espectáculo.
   Uno de los instrumentos desafinados que aparece en el Concierto de V-N, padece esto: allí el psiquiatra explica que padece "Esquizofrenia catatónica. De la variedad que tiene un síndrome llamado «flexibilidad cérea», porque el cuerpo, los brazos, las piernas, las manos, todo opone una resistencia pasiva, como de cera, a las posturas en que se intenta colocar. Luego queda así inmovilizado, tal como se moldeó, hasta que otra persona altera la posición de la estatua viviente.
   Un buen doctor. El libro es muestrario de situaciones e historias de vida que ciertamente enriquecen a quienes tratan a enfermos mentales, pero invita a todos a ensanchar el corazón en nuestro trato con ellos. "Por fortuna mi maestro nos había inculcado a todos sus discípulos que un psiquiatra jamás puede juzgar a sus enfermos. Tenemos que aceptarles como son. Ayudar, sin ningún tipo de rechazo; sin tolerar que brote en nuestro ánimo el menor atisbo de repugnancia, hostilidad o desprecio. Sólo así se puede comprender."
   Hay relatos agridulces, hay tristeza y dolor... historias de seres olvidados, pero no por aquellos que les conozcan y les amen. V-N relata la vida de sus pacientes, con empatía, no falta el humor y también el trabajo en equipo para lograr el bienestar de los enfermos, como la colaboración de Sor Carmen y otras personas para ayudar a Nicanor.
   Inesperada realidad social. "El hospital, como todas las agrupaciones de seres humanos, tiene su estructura social. Arbitraria y delirante, pero la tiene. No había lucha de clases, pero clases más que en ninguna parte, y enfermos muy empeñados en marcarlas. En ocasiones este acento social surge del modo más inesperado. Uno de los indicios de la categoría en que se autocoloca el enfermo es la interpretación que hace de la identidad del lugar donde se hallan encerrados. Recuerdo una cursi postmenopáusica, la cursilería imprime carácter y se conserva hasta en la demenciación, que insistía en que aquello era: «un pensionado para señoritas damas nobles». Para algunos es «un monasterio», «un centro de espionaje», etc. Para el «Príncipe» es «una de mis posesiones confiscadas». Otros pacientes, mejor orientados, suman a las amarguras de la enfermedad el saberse internados en un manicomio. La perturbación al profundizarse sirve, a veces, de forma de consuelo."
   Últimas palabras. El autor presenta la realidad del enfermo, la marginación, las escasas oportunidades de reinserción social, la sexualidad de los enfermos. El octavo relato (último) llamado "Amor en el crepúsculo" se ocupa del amor, de cómo buscan amar en el laberinto de su enfermedad y en el fin de su vida un traductor, un jesuita, un matrimonio de jubilados.

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