El don de una vida.

Título El don de una vida.

 

Autor: Antonio M Alessi.

Edición del autor.

    

   Alessi escribe una breve biografía de Aníbal María Di Francia. Aníbal nació en Messina el 5 de julio de 1851, tiene un año cuando fallece su padre. El compartir la infancia junto a otros huérfanos le llevó más adelante a cuidar de los mismos, a educarles.

    A los 18 años experimenta una llamada imprevista que da a su existencia una nueva orientación, la vocación al sacerdocio. El expresará más tarde “Mi vocación a tenido tres cualidades. Fue imprevista…irresistible… segurísima”

    Un mes antes de ser ordenado sacerdote se encuentra con un mendigo casi ciego, que vivía en la periferia de Messina, en una barriada marginal. Pide permiso al obispo para ir a vivir en aquel lugar. Escribe a un amigo sacerdote: "Vivo en medio de esta destrucción espantosa de la inocencia y de la virginidad. Las niñas se pierden una después de otra..."

    Frutos amargos. Vivir entre aquellos pobres, y abrir allí un hogar para un centenar de huérfanos generó resistencias en la sociedad de aquel tiempo. Encuentra el rechazo "Más de una vez he suplicado a corazones insensibles y se respuesta ha sido: Vete de aquí..."

    Junto a huérfanos recibe a pupilos, niños cuyos padres le piden a él cuide y alimente; estos mismos, en una de sus ausencias en la que salia a mendigar recursos, le desvalijan el orfanato. Anibal debe de comenzar de nuevo.

    Pide consejo a Don Bosco, este le dice "¡No se desanime! Las obras de Dios sufren siempre grandes dificultades." Sus colaboradores, poco a poco, uno a uno se van alejando, al fin viendo que nadie quiere o puede ayudarle, comprende que tiene que arreglárselas por sí mismo.

    Nuevos pasos. En 1887 funda la familia religiosa "Hijas del Divino celo" con el carisma de educar y cuidar la niñez en riesgo. 10 años más tarde la congregación masculina de los padres Rogacionistas.  «La mies es mucha pero los obreros son pocos. Rogad pues al dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38: Lc 10, 2). Estas palabras del Evangelio constituyeron la intuición fundamental a la que dedicó toda su existencia. Es el cuarto voto de la congregación: orar y empeñarse con todos los medios en suscitar en la Iglesia almas ardientes y generosas, capaces de darse al servicio del prójimo para librarlo de toda forma de opresión y de pobreza, material y espiritual.

    Para difundir la oración por las vocaciones promovió numerosas iniciativas. La anual Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, instituida por Pablo VI en 1964, puede considerarse la respuesta de la Iglesia a esta intuición suya.

   80.000 muertos. El 28 de diciembre de 1908 a las 5:20 hs un terremoto en 37 seg deja miles de muertos. De las ruinas resurge la vida, el continente hace llegar sus esfuerzos y colaboración a Messina, Aníbal di Francia encuentra manos amigas en esa hora de dolor, milagrosamente ninguno de sus niños fallece; son trece las religiosas que mueren en el terremoto.

    Muerte. En sus últimos años de vida tuvo ya una clara y genuina fama de santidad, difundida a todos los niveles, tanto que cuando el 1 de junio de 1927 falleció en Messina, confortado por la presencia de María Santísima, que tanto había amado durante su vida terrenal, la gente decía: «Vamos a ver el santo que duerme».

    Las Congregaciones religiosas fundadas por el Padre Aníbal están hoy presentes en los cinco continentes comprometidas, según los ideales del Fundador, a favor de niños y muchachos necesitados y de sordomudos, centros nutricionales y de salud; casas para ancianos y para madres solteras; escuelas, centros de formación profesional, etc.

    Palabras finales. Intimida el padre Aníbal, parece invitara a "salir de nuestro pequeño mundo" para ser como él. Ha sido un hombre alérgico a los compromisos, a las palabras vacías, ha preferido obrar antes que hablar, pronto a actuar personalmente incluso en las situaciones más desagradables. Su santidad fue reconocida el 16 de mayo de 2004, día de su canonización.