D de Deuda.
Autor: Sue Grafton
(Kentucky 24/abril/1940)
Editorial: Tusquets editores.
"D" Is for Deadbeat, 1987.
Kinsey es contratada para que alguien pueda reunirse con un cheque de varios miles de dolares. Pero el que va a cobrar la deuda está muerto y tenía una deuda con una familia de la que mató a varios miembros al manejar ebrio.
—Es una
foto encantadora —dije, y al instante me sentí culpable y falsa. Era un asco de
foto. Ella parecía un bulldog, y John tenía toda la pinta de contenerse un
pedo. Se la devolví a Essie—. ¿Qué delito cometió?
Essie
tragó aire ruidosamente.
—Preferimos
no hablar de ello —intervino Eugene con delicadeza—. ¿Por qué no nos cuenta
usted cómo lo conoció?
Al leer un libro y otro de la serie de KM uno va armando su biografia; conociendo y comprendiendo los modales y las costumbres de Kinsey.
Mi tía
me había enseñado a disparar al cumplir yo los ocho años. Nunca se había casado
ni tenido hijos propios. Todas las ideas singulares que tenía acerca de la
formación del carácter femenino las había puesto en práctica conmigo. Disparar
un arma de fuego, según ella, me enseñaría a valorar tanto la seguridad como la
precisión. Además, me ayudaría a coordinar los reflejos combinados de la mano y
el ojo, cosa que a ella se le antojaba muy útil. Me había enseñado a coser y
bordar para que aprendiera a tener paciencia y sentido del detalle. No había
querido enseñarme a cocinar porque le parecía aburrido y sólo conseguiría
hacerme engordar. Soltar tacos estaba bien siempre que se soltaran en casa,
pero tenía que vigilar el lenguaje cuando estuviese ante personas que pudieran
sentirse ofendidas. El ejercicio era importante. La moda no. Leer era esencial.
Dos de cada tres enfermedades se curaban solas, según ella, o sea que podía
prescindir de los médicos salvo en caso de accidente. Por otro lado, una
dentadura en malas condiciones era intolerable, aunque los dentistas, según
ella, eran individuos con planes absurdos para la boca humana. Uno de ellos,
quitar todos los empastes antiguos y sustituirlos por otros de oro. Preceptos
como los mencionados los tenía por docenas, y casi todos los sigo poniendo en
práctica.
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