Autor: Carlo María Martini.(Turín, 15/febrero/1927-Lombardia 31/Agosto/2012)
Editorial Edicep. Edicep-Minor n.40
Cada año el cardenal Martini escribe una carta pastoral a sus
feligreses, este libro presenta la carta pastoral que se publicó en 2001 y coincide con el 20º aniversario de Martini
frente a la diócesis de Milán. Hay presente en la misma mucho de evaluación y
mirada al camino recorrido y a la vez de mirada al futuro y proyectar el tramo
siguiente del camino. Se ha considerado a "Por tu nombre" el
testamento espiritual de cardenal Martini.
Estamos llamados a volver a empezar desde la
Palabra, a apoyar sobre ella nuestra vida, tanto de individuos como de Iglesia:
"por tu palabra, echaré las redes" (Lucas 5.5)
Me reconocía en la confesión de Pedro: "
Señor apártate de mí, que soy un pecador" (Lucas 5.8); de hecho,
experimentaba un sentimiento de indiginidad y de confusión, percibía toda mi
fragilidad e inadecuación, pero a la vez, alimentaba la confianza de que Dios
nunca hubiera abandonado a su discípulo.
Ninguna nostalgia, ningún lloro, ninguna evasión
de las urgencias del presente: por el contrario, dejémonos animar por una
ardiente esperanza, por una profunda pasión por el Reino que viene y por un
compromiso capaz de expresar en el hoy de los hombres la belleza de la promesa
de Dios para el futuro.
Excursus: El libro luego toma el esquema de confesión con la propuesta
de Martini
Confiteor
significa “yo confieso”. Pero, ¿Qué confesamos cuando confesamos? No sólo
confesamos el pecado, dice el cardenal Martini. Confiteor significa alabar,
reconocer y manifestar.
Confesamos
la alabanza y gratitud. Confesamos la manifestación de la vida con sus luces y
sombras, reconociendo ambas. Y confesamos la fe. Confiteor significa “yo alabo,
yo reconozco y yo creo”.
Confesor y
penitente se ayudan mutuamente a reconocerse pecadores perdonados, a agradecer
el perdón y a confesar la fe orando juntos. La palabra de reconocimiento de
quien se confiesa y la palabra de absolución de quien ratifica de parte de Dios
el perdón son sacramento de la transformación pacificadora y terapéutica
operada por el Espíritu, que hace crecer frutos de gracia donde se habían
sembrado semillas de culpa.
* Confessio laudis El asombro ante las
maravillas de Dios (Lucas 5.9)
Señor tú conoces los miedos y las ansias que
habitaban en mi corazón cuando por obediencia, acepté ser tú Pastor. Tú sabes
cuánta oración me fue necesaria para llevar adelante cada día el servicio que
me habías confiado.
¿Cómo podría no asombrarme, como podría no
hacer mi “confesión de alabanza” a ti, que en cada acontecimiento has sido
fiel?
* Confessio vitae El cansancio de la noche y
el peso del pecado (Lucas 5.8)
Sobre nosotros pesan no sólo las carencias
los pecados personales, sino también las omisiones frente a tantas cosas que
urgen y sobre todo aquel cuidado cotidiano (cfr 2 Corintios 11.8ss)
Tendría que haberme hecho cargo con mayor
intensidad-también como intercesor ante Dios- de los pecados más extendidos y
degradantes: la corrupción, la droga, la prostitución, el crimen organizado,
los pecados contra la vida, las desviaciones sexuales, el hedonismo como estilo
de vida, la cerrazón en el particularismo…
* Confessio fidei Por tu nombre echaré las
redes.
Yo espero en ti y sé que no faltará a tu
pueblo la ayuda de tu asistencia fiel: te pido abundancia de vocaciones
sacerdotales y religiosas y el don de bautizados cada vez más enamorados de ti,
comprometidos en tu seguimiento. Te ruego que despiertes, especialmente en los
jóvenes, la búsqueda de tu rostro y haz que la misma no se vea obstaculizada
por el peso del contra-testimonio y se vea ayudada por la fe viva, irradiante y
contagiosa de todos.
Haz que como María y por su intercesión,
podamos esperar contra toda esperanza, amar con amor más fuerte que cualquier
cansancio, creer más allá de cualquier prueba a la fe.
Por tu
nombre echaré las redes… Las echaré en los mares calmos de la fe que acoge, y
también en los tempestuosos de la duda y de la tentación de no creer. Las
echaré a tiempo y a destiempo, para que cada palabra mía nazca siempre y
solamente de tu Palabra, y para que en cada una de sus opciones la Iglesia que
me has confiado sea la creatura dócil y fiel a tu Verbo de vida.
¡Volver a empezar desde la Palabra!
No hay servicio a la causa del Reino de
Dios y no hay programa pastoral que se mantenga sin una continua y cotidiana
escucha de la Palabra del Señor, sin un siempre renovado compromiso de
obediencia a la misma y de testimonio a su mensaje al mundo.
“Rema mar adentro”: en muchos sentidos y
de muchos modos esta invitación de Jesús, llega pues hasta nosotros hoy.
Mientras nos invita a dar todavía una mirada a la orilla que dejamos, nos abre
los horizontes que tenemos delante. Para un creyente nunca es el tiempo de la
nostalgia ni mucho menos del llanto. Siempre la hora de la esperanza, de la
confianza, de amor. Todo pasa: el amor permanece. Y ese amor nos ha hablado y
nos ha alcanzado en Jesucristo, Palabra de Dios.
Notas:
*Fue miembro de la Compañía de Jesús. Autor de numerosos libros. Sufrió la enfermedad de Parkinson.
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