Vida de la Hermana María Crescencia Pérez.
Autor: Fray Contardo Miglioranza.
Editorial Lumen. Buenos Aires 2004.
Nació en Santos Lugares de Jerusalén, hoy partido San Martín en Buenos Aires, el 17 de agosto de 1897. Murió en Vallenar, Chile, el 20 de mayo de 1932.
Al entrar a la vida religiosa María Angélica Pérez toma el nombre de María Crescencia, en honor al mártir del siglo I San Crescencio.
Laboriosa y tierna cuidó de los enfermos, en su tarea con niños tuberculosos, contrae la que será su última enfermedad.
En su familia conoció la fe y convivió en la pobreza, muchas cosas faltaban en la familia pero no la fe, la oración y el esfuerzo por vivir en santidad.
Ya desde chica, lo contaría su hermano décadas más tarde, el mundo de las cosas de Dios realmente le atraía.
Su hermano Agustín recuerda como iban a misa en carreta, en un viaje que les tomaba tres horas para llegar a la Capilla.
En el noviciado maduro una consigna "hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios quiere y estar como Dios quiere", y trabajar seriamente en el camino a la santidad. La nota repetitiva en Sor Crescencia era la aspiración a la santidad, mediante la unión personal con Cristo y una intensa vida de oración.
Vivir en el campo es estar sometido a las inclemencias del tiempo en un modo que quien vive en la ciudad no logra advertir. Es sólo una niña reza junto a su madre durante un fuerte ciclón, su madre manifestó aflicción y temor por la violencia del temporal, ella le dijo: "Mamá ¿cómo te afliges tanto y tienes tanto miedo, si tú tienes tanta confianza en Dios?".
En el convento elige asociarse para crecer en santidad, es así que ella y la hermana Inmaculada se asociaron, se ayudaban para ser santas, creciendo en las virtudes, en la voluntad de Dios.
"Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas..., pero ama siempre."
Quien la conoce ve en ella la presencia de Dios, muchos la consideran una santa. Los superiores debían informar aspectos de la vida comunitaria y en esas cartas también se enumeran sus virtudes.
El libro toma muchas declaraciones de testigos que compartieron la vida con Crescencia. Se manifiesta su humanidad, el tierno amor y las cartas a sus familias, la vida en el noviciado, la libertad de espíritu frente a sombras que pretendían crear en torno a ella y la aceptación confiada en Dios de todo cuanto acontecía.
En su muerte hay numerosos fenómenos místicos, locuciones, apariciones, éxtasis y arrebatos. Allí e sagrado corazón de Jesús le ensaña en aquel momento la jaculatoria: "¡Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu divino Corazón, ten misericordia de nosotros!"
Continuó diciendo que veía la felicidad que Dios le tenía preparada en el cielo; y con voz alta agregó: "¿Cuando Señor he merecido eso? ¿Qué son los sufrimientos de este mundo, comparados con la felicidad del cielo? Yo no soy más que una miserable criatura... ¿De dónde a mi tanta dicha? ¡Corazón de Jesús, no merezco eso! Comprendo que toda esta merced es pura bondad de tu misericordiosísimo Corazón."
La fiesta litúrgica se celebra el 20 de mayo.
En su familia conoció la fe y convivió en la pobreza, muchas cosas faltaban en la familia pero no la fe, la oración y el esfuerzo por vivir en santidad.
Ya desde chica, lo contaría su hermano décadas más tarde, el mundo de las cosas de Dios realmente le atraía.
Su hermano Agustín recuerda como iban a misa en carreta, en un viaje que les tomaba tres horas para llegar a la Capilla.
En el noviciado maduro una consigna "hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios quiere y estar como Dios quiere", y trabajar seriamente en el camino a la santidad. La nota repetitiva en Sor Crescencia era la aspiración a la santidad, mediante la unión personal con Cristo y una intensa vida de oración.
Vivir en el campo es estar sometido a las inclemencias del tiempo en un modo que quien vive en la ciudad no logra advertir. Es sólo una niña reza junto a su madre durante un fuerte ciclón, su madre manifestó aflicción y temor por la violencia del temporal, ella le dijo: "Mamá ¿cómo te afliges tanto y tienes tanto miedo, si tú tienes tanta confianza en Dios?".
En el convento elige asociarse para crecer en santidad, es así que ella y la hermana Inmaculada se asociaron, se ayudaban para ser santas, creciendo en las virtudes, en la voluntad de Dios.
"Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas..., pero ama siempre."
Quien la conoce ve en ella la presencia de Dios, muchos la consideran una santa. Los superiores debían informar aspectos de la vida comunitaria y en esas cartas también se enumeran sus virtudes.
El libro toma muchas declaraciones de testigos que compartieron la vida con Crescencia. Se manifiesta su humanidad, el tierno amor y las cartas a sus familias, la vida en el noviciado, la libertad de espíritu frente a sombras que pretendían crear en torno a ella y la aceptación confiada en Dios de todo cuanto acontecía.
En su muerte hay numerosos fenómenos místicos, locuciones, apariciones, éxtasis y arrebatos. Allí e sagrado corazón de Jesús le ensaña en aquel momento la jaculatoria: "¡Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu divino Corazón, ten misericordia de nosotros!"
Continuó diciendo que veía la felicidad que Dios le tenía preparada en el cielo; y con voz alta agregó: "¿Cuando Señor he merecido eso? ¿Qué son los sufrimientos de este mundo, comparados con la felicidad del cielo? Yo no soy más que una miserable criatura... ¿De dónde a mi tanta dicha? ¡Corazón de Jesús, no merezco eso! Comprendo que toda esta merced es pura bondad de tu misericordiosísimo Corazón."
La fiesta litúrgica se celebra el 20 de mayo.
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